DONDE ESTA?

LOBO ESTAS?


NO! ESTOY PONIENDO LOS REMOS!

Aporte de Hugo W. Barzola
Publicado en la revista Barco en 1978

Cuando Maité y Lobo Britos, tripulando al “Stella”, abandonaron Inglaterra y pusieron rumbo a Francia no imaginaban la odisea de la que serían participantes en esa travesía. EI Canal de la Mancha será recordado sin duda,tanto por los tripulantes como por el "Stella", quienes no podrán olvidar los difíciles momentos vividos en sus aguas.


Pasamos frente a las Needles y su faro sin imaginamos que el día siguiente nos sorprendería nuevamente junto a ellas y en condiciones totalmente diferentes, luchando duramente contra un mar que nos empujaba más y más contra aquellos acantilados que hablan quedado tan lejanos. tan distantes. El tiempo, como siempre. había transcurrido sin notarlo, mientras a " Stella" se le agregaba cambiaba o reforzaba algo, ese algo que en un barco es siempre peligroso porque se sabe cuando comienza y sólo se sospecha cuando termina. Las landas y bulones de acero inoxidable; un nuevo herraje de roda con rodillos para las cadenas; doble estay de roda; dos nuevas landas en el espejo afirmando los dos estays en lugar del único que debió ser suprimido al cambiar el sistema del timón. Una nueva chubasquera protegiendo la entrada de la cabina y parte del cockpit; guardamancebos y candeleros; luces de posición a querosene; dos barras de timón (una larga y una corta); dos velas nuevas: un tormentín y una vela de capa muy reforzada y muchas cosas más que hacían bajar y bajar la línea de flotación.
"Stella". con sus 6 metros, fue diseñada para obtener el máximo de capacidad en un mínimo de eslora y calado, para poder crucerear en aguas protegidas, por ríos y canales poco profundos al permitir levantar su lastre-orza, reduciendo su calado de un metro con ochenta a treinta centímetros y el del timón, de un metro a veinte centímetros.
Su color también sufrió cambios: de un vloláceo muy profundo pasó a un azul claro y alegre; debajo del botazo, una franja blanca de quince centímetros alargaba la eslora y bajaba el francobordo. Además, una nueva línea de flotación preveía un exceso de carga inevitable, ya que las 96 toneladas del “Sea Star" se transformaron en los 800 Kg del "Stella".
Muchísimo quedaba en tierra, pero mucho se llevaba también. Había llegado el momento en que abandonaría el trailer y comenzaría a navegar el Solent, esa excepcional zona protegida por la isla de Wight, donde Cowes, transformada en uno de los centros más importantes del yachting mundial, recibe a los barcos más destacados de la Argentina para correr las regatas de la temporada, especialmente la Admiral Cup y en donde tuvimos el placer de encontrar las tripulaciones del "Victoria", del “Fortuna”, del “Recluta” y de los barcos brasileños. Algunos de ellos habían sido aparejados junto al "Stella" en el Astillero Berthon Boat de Lymington, su casa por varios meses mientras se preparaban para una larga navegación.
Y llegó por fin el día en que también ella dejaría Inglaterra rumbo a Francia.
En una tarde lluviosa y con viento de proa navegó y fondeó en Keyhaven, último lugar protegido del Solent, donde generalmente, los yachts que eligen la salida oeste, eligen el momento oportuno para cruzar el Canal de la Mancha.
Dos días más tarde, con tiempo bueno, sol y viento suave (fuerza 3) "Stella" navegaba rumbo a Le Havre y pasaba frente al faro de las Needles con el convencimiento de no volverlo a ver por mucho tiempo, ya que la idea era navegar todo lo posible por los canales de Francia y por ellos llegar un día, sin apuros al Mediterráneo.
Lentamente, el viento seguía aumentando aparejado, por consiguiente, a los cambios de velas que, en un barco pequeño como el "Stella", no son difíciles de hacer pero sí pasados por agua.
Cuando ya oscurecía, al genoa chico lo siguió un foque grande, volviéndose a la inevitable tradición de encender las luces de navegación a querosene pues la instalación eléctrica original fue suprimida para evitar el problema de quedarnos sin batería al no tener cargador.
A nuestro alrededor comenzaban a divisarse numerosas luces de posición a medida que nos acercábamos a las zonas de navegación en que, para evitar accidentes ha sido dividido el canal dado que se lo considera el mas transitado del mundo con un caudal diario de más de setecientos barcos.
El "Stella" adoptaba la técnica del conejo, alejándose con tiempo y lo más rápidamente posible de todas aquellas luces que se aproximaban, en especial, de las de los grandes pesqueros con líneas de arrastre; este panorama obligó al "Stella" a cambios de rumbo y de borde, en tanto el viento seguía en aumento, el barómetro seguía bajando y la visibilidad iba disminuyendo.
Stella:
A las 22, Lobo izó un foque de trabajo y Maite preparó la última comida caliente, gracias a un clásico Primus que desplazó a una flamante cocina a gas de dos hornallas, muy práctica pero, con buen tiempo, ya que no posee ningún sistema para compensar el rolido.
La tripulación, preparada para el mal tiempo con un buen abrigo, trajes de agua, botas de goma y toalla al cuello, trataba de organizar un sistema de guardias que, en este caso, era prácticamente imposible de realizar. Demasiadas maniobras y mal tiempo, demasiados barcos a la vista requerían una constante atención.
Las ya famosas corrientes del Canal exigían a Lobo frecuentes visitas a la mesa de navegación mientras Maité tirnoneaba empapada por el agua que salpicaba ... De la apacible navegación por el Delta habla pasado repentinamente a este complicado mar en cuya oscura inmensidad todo adquiría una dimensión extraordinaria.
Al llegar la noche, y como precaución, iluminaron las velas con linternas para ser vistos en el caso de que el radar de los barcos que se hallaban próximos no los detectara; había una pantalla de radar pero, en barcos de ese tamaño y con mal tiempo, disminuye su eficiencia y por lo tanto no siempre es efectivo.
A las 24 se realizó la última maniobra de la noche colocando un foque chico y, con dos vueltas de rizos a la botavara se completaron 8. Yo, "Stella", navegue completamente equilibrada contra un mar respetable y un viento que, al aumentar y al volver a rehusarse, me obligaron a cambiar el rumbo a Le Havre por uno más favorable hacia Cherbourg.
A medida que transcurrían las horas, las olas iban en aumento y los chubascos iban siendo cada vez mas fuertes y frecuentes, dificultando aún más la visibilidad.
Las noches en el mar son partlcularmente largas cuando el tiempo es malo; el amanecer tarda en llegar y algo caliente es siempre bien recibido. Termos con chocolate y té con leche acompañaban un rico pudding mientras Lobo comentaba el constante aumento de la intensidad del viento. Es difícil calcular la fuerza del mismo sin instrumental sobre todo en un barco chico y es fácil exagerar, pero, en este caso, se podía hablar de fuerza 7 a juzgar por el aspecto de las olas y un barómetro tan bajo.
A las seis, faltando alrededor de 20 millas para llegar a Cherbourg y al ponerse el viento totalmente de proa, se resolvió emprender el regreso. Viramos e instantáneamente aparecieron la calma y esa sensación de tranquilidad, sumada a la impresión de falsa seguridad motivada por el cambio de una ceñida dura por un viento franco. Las millas se enroscaban rápidamente en la corredera.
Yo navegaba más desahogada, pero hora tras hora el tiempo seguía empeorando, el timón se iba poniendo particularmente pesado y había que compensar una tendencia a orzar al ser alcanzado por las olas; bajo estas condiciones, sólo Lobo podía encargarse del tlmón mientras tabletas de chocolate y queso con galletitas reponían energías, puesto que a Maite le resultaba imposible cocinar en la cabina debido a los violentos bandeos y con riesgo de lastimarse.

Uno de los momentos más difíciles de toda la situación. Frente a las Needles y bajo duras condiciones de navegación el Lobo Britos timonea la embarcación con la ayuda de un remo. Sobre el piso del cockpit y en medio del desorden podemos observar los restos del timón que Lobo logro rescatar de las aguas.


Al llegar el mediodía, aparecieron entre la bruma los blancos acantilados de la lsla de Wight ... entonces todo sucedió rápidamente: se rompieron los tan reforzados herrajes del timón, éste quedó libre y no se perdió gracias a que Lobo no soltó la barra.
lnstantáneamente, sin gobierno. me crucé al mar, quedando indefensa, en tanto Lobo y Maité trataban de salvar el timón roto, de 45 Kg, entrarlo en el cockpit y desarmarlo antes de poder estibarlo en la cabina sin que Maite, que ayudaba desde adentro, se aplastara pies o manos debido al poco espacio con que contaba para movilizarse en una pequeña cabina separada por la caja de orza.
Siempre cruzada, yo aguantaba a palo seco esas tremendas rompientes; las primeras tueron las peores porque traían, además de su aspecto, la duda: cómo yo las soportaría, si saldría airosa? Luego se sucedieron las rutinas acompañadas siempre de un grito de Lobo a Maite para que se agarrara con firmeza; pero yo soporta, a cada rompiente de una manera tan asombrosa que ni ellos ni nadie, hasta ahora, pueden encontrar la explicación.
Era lógico que se pensara utilizar el motor para tratar de gobernar el barco, en el dudoso caso de que fuera eficaz, dadas las condiciones del mar. Al primer intento de ponerlo en marcha se fue al agua. salvándose por casualidad y gracias a una rápida reacción de Lobo que se tiró boca abajo en la cubierta para aferrarlo, mientras gritaba a Maité que lo sostuviera por las piernas haciendo de ese modo contrapeso para evitar tener que soltarlo, maniobra que ya habían tenido que realizar para recuperar el timón, aunque nunca, en aquel momento. pensaron repetirla tan prontamente.
Entre los dos lograron subirlo, y ese motor que tan increíblemente se habla independizado, terminó trincado en cubierta, mostrando el soporte roto al ser golpeado por el cabezal del timón.
Nunca vio Lobo tanta avería y en menos y peor tiempo; pero las maniobras se sucedían una tras otra: cambio de velas, se izaron tormentín y vela de capa y como timón de fortuna se empleó un largo remo amarillo de 3,60 m, en un gran tolete especialmente colocado en el espejo de popa; cuando comenzó a responder, el remo se partió en dos. Lobo buscó el segundo y éste salvó el barco y por ende, sus vidas, impidiendo que termináramos despedazados contra los acantilados de esa costa caracterizada por ser una de las más peligrosas del sur de Inglaterra.
Esos largos remos, uno mucho más fuerte que el otro, fueron adquiridos por separado en Escocia. Mientras Lobo los pintaba de amarillo. explicaba, ante la escéptlca sonrisa de quienes lo miraban, que 'le gustaba remar" ... pero aunque no hubiera sido esa una explicación muy valedera, todo se olvidó pues fueron la solución para que yo pudiera ser gobernada nuevamente y no volviera a cruzarme al mar.
Son muchos los barcos que se han salvado gracias a los remos, pero también muchos son los que se perdieron por no tenerlo. Precisamente cierto día. visitando en Berthom el "Baroque", último barco del mayor Tillman, este explicó a Lobo y a Maité el por qué de dos gigantes remos de alrededor de 8 metros, que llevaba trincados sobre la cubierta: de haberlos tenido en su anterior velero no habría naufragado, cuando en medio de una calma total, con un magnífico tiempo y con el motor averiado, las corrientes ,lo llevaron lentamente contra las rocas en donde, siempre lentamente, comenzó a golpearse hasta hundirse por completo.
Al comprar esos remos Lobo recordaba también aquellos primeros sloops, clase Río de La Plata, aparejo guaira, que, construidos en Inglaterra llegaban a Buenos Aires provistos de ellos como una solución contra las calmas y los míos lo fueron para reemplazar timón y motor averiados.
Nuevamente comencé a navegar con el tormentín nuevo (un metro cuadrado más o menos) y vela de capa (dos metros cincuenta cuadrados) en una ceñida abierta. lo que me permitía avanzar paralela a ese largo y blanco acantilado de más de ciento veinte metros de altura.
Lo que siguió y duró muchas horas, fue un tiempo cada vez peor, unas olas más viciosas a medida que se acercaban a tierra y unos chubascos que, llegando con mucha lluvia, oscurecían la cercana costa ocultando el faro de las Needles.
Pero yo navegaba igual, sin embarcar agua; cuando había que maniobrar en cubierta, Lobo dejaba el remo a Maité, ese remo tan pesado aún para él mismo, pues al quedar sin timón tiraba duramente a la orza por estar desequilibrada.
Las Needles se fueron acercando y el mar, el viento y las olas adquirieron una particular majestuosidad a medida que hallaban menor cantidad de agua.
Cada ola era ya la ola y cada chubasco, el chubasco. Era todo un espectáculo y Lobo agradeció a Maite que se hubiera comportado tan bien tan serena y eficiente, pues a través de los años había visto a mucha gente que con aún problemas menores se constituían en un problema más. La ol decir: "Lobo, estas olas tienen más de 8 metrosl". ... con gesto de sorprendida admiración. Y así era.
Y llegamos frente a las Needles; ya era sólo cuestión de dejarlo bien claro y entrar al Solent cuando sucedió lo peor: viré de golpe 180° y a una velocidad increíble me dirigí directamente al faro.

Un día anterior al temporal el "Stella" navega plácidamente al pasar frente a las Needles, que dominan con su impresionante aspecto la entrada al estrecho de Solent. Unas horas después y envueltos en una terrible borrasca se enfrentaron nuevamente con ellas y con el barco casi sin gobierno, logrando escapar milagrosamente

El foque había quedado acuartelado; Maité tomó el remo mientras Lobo, saltando a cubierta, decidió que no habla tiempo para virar, observando asombrados y llenos de estupor corno se agrandaba el faro, casi sobre nosotros ... Lobo me señaló que existía una corriente tremenda que tiraba hacia adentro, si teníamos suerte, no me dejarla llegar a las piedras.
Y así fue, instantáneamente todo había pasado.
A un grito de Maité: “Estamos encima" ... le sucedió una incrédula pregunta: “Dónde está, dónde está?”, buscándolo en medio de una extraña sensación.
Pero el faro ya estaba lejos, era anécdota y a sotavento y en aguas más tranquilas, siempre acuartelada, yo esperaba las próximas maniobras las cuales, por comparación, eran mucho más fáciles.
Tres anclas, cadenas y cabos se prepararon en previsión de un fondeo de emergencia, porque al estrecharse la entrada del Solent, la corriente, con el cambio de marea, se vuelve particularmente peligrosa.
Terminé fondeada de nuevo en Keyhaven para pasar una noche tranquila y al día siguiente continuar a Yasmouth.

El noble "Stella" luego de arribar a puerto. Se pueden apreciar a bordo los destrozos que ocasionó el temporal. En popa se observe la fijación para el fuera de borda totalmente rota, todos los herrajes de sujeción del timón esperan ansiosos la colocación de uno nuevo ya que el anterior no se pudo volver a utilizar. Sobre ambas bandas se observa también la falta total de candeleros y guardamancebos que también sufrieron las consecuencias de la accidentada travesía.


Cuando se preparaba la luz de fondeo vimos que se acercaba la lancha guardacostas ofreciéndose a remolcarnos hasta allí para reparar las averías. Entre la tripulación, Lobo reconoció a un amigo, con el que había viajado desde Grecia hasta Inglaterra en el Sea Star, en un viaje de preparación en el Millord Haven antes de dar la vuelta al mundo; por él y el capitán se supo que, desde que aparecí en el horizonte fui vigilada permanentemente por la Estación Guardacostas instalada sobre los acantilados y como nosotros no pedíamos auxilio, enviaban la lancha sólo a quienes lo demandaban. Y fueron varios. Supimos oficialmente que el viento soplaba con fuerza 9-10 y las olas llegaban a 10 metros. Esa lancha forma parte de una excepcional organización de salvataje integrada por voluntarios altamente capacitados que, con auténtico riesgo y sacrificio, dejan familia y trabajo para auxiliar a todo barco en peligro.

El "Stella" descansa en Yarmouth. Un poco mas atrás leva anclas para partir nuevamente, en su incansable labor, la lancha del servicio de guardacostas inglés. Este servicio, que cuenta con le colaboración de navegantes voluntarios, es excelente. La embarcación ostenta un seguro doble casco y cuenta con dos motores de 450 HP para desarrollar mucha velocldad en alta mar y bajo duras condiciones

Esta, la primera de un nuevo tipo de lancha de salvataje, ha sido diseñada y construida para navegar en cualquier estado de mar a alta velocidad Es insumergible por tener un doble casco de 60 cm de espesor relleno con u material especial para soportar los golpes contra las embarcaciones que requieren su ayuda. Cuenta, para su propulsión, con dos motores Caterpillar de 450 HP y con todo el instrumental técnico necesario para poder desempeñarse con la más rápida eficiencia. Por ella fui remolcada a Yasmouth. Incansable, al poco tiempo, salía rumbo a las Needles para regresar horas más tarde, remolcando a un gran catamarán de 16 metros de eslora, parte de cuya tripulación debió ser rescatada por el helicóptero que la secundaba durante los auxilios, para llevar a los náufragos hasta el hospital.
La demora para obtener los repuestos del Mercury 71/2 HP permitió a Maite reponerse de sus tres costillas abolladas por los golpes del remo al timonear y realizar junto a Lobo largos paseos por la isla de Wight.

El "Stella" descansa en Yarmouth. Un poco mas atrás leva anclas para partir nuevamente, en su incansable labor, la lancha del servicio de guardacostas inglés. Este servicio, que cuenta con le colaboración de navegantes voluntarios, es excelente. La embarcación ostenta un seguro doble casco y cuenta con dos motores de 450 HP para desarrollar mucha velocldad en alta mar y bajo duras condiciones.


Lobo:
Diez días después, el "Stella" pasaba nuevamente frente a la Needles rumbo a Le Havre, cruzando esta vez un Canal tranquilo que era observado por nosotros con mucha incredulidad recordando aquel otro cruce tan diferente.
Ahora eran muchas las calmas que obligaban a usar el motor; pero cuando divisábamos las primeras luces de la costa francesa, el viento fue en aumento y a las tres de la madrugada entramos a puerto con una ventarrada de fuerza 7 y, agarrados a una de las boyas que se facilitan a los barcos que arriban tarde, saboreamos una buena comida caliente hasta que, al llegar la luz del día, cambiamos la amarra por una del muelle de la marina, en un ventoso pero espléndido día.
Y como siempre los barcos necesitan algún elemento, se preparó una lista que, como todas las listas en estos casos, aumentaba, disminuía o se corregía.

Lobo y Malté sonríen en el cockpit del "Stella" luego del angustioso momento que pasaron.
Ahora el "Stella" está listo para volver a partir y para deleitarnos nuevamente con interesantes aventuras.


Atrás quedaba el mar y otro tipo de navegación aguardaba al "Stella" a la que, con su lastre capaz de ser izado, se adaptaría particularmente bien.
Los ríos y los canales de Francia seguían siendo el objetivo y Le Havre el sitio indicado para preparar el barco, como así también para que nosotros nos aoostumbráramos a una momentánea inmovilidad.
Pero allá en lo más profundo nos quedaría la permanente pregunta de cómo "Stella" fue capaz de navegar aquel día frente a las Needles tan bien, en condiciones tan desastrosas.
Maite y Lobo Britos - Amsterdam- 1978.

EL REGRESO DEL ALCYON

Por Alita Wexler

Zarpamos de Tapera de Lopez el viernes 26 de febrero a eso de las 7am, con la plea alta. La travesía fue lo que se suele decir de señoritas, con poco viento, mar planchada, recién llegando a Prácticos Recalada se puso de nariz el poco viento que había y echamos un par de bordes, y llegamos ... al mediodía del sábado! Larga. Pero linda.

Buceo hermoso como siempre. Montevideo una joya.

El domingo a la mañana nos despertamos y nos encontramos del otro lado de la marina, exactamente frente a nuestra proa, o sea, a 3mt. de nosotros, a la Shikandi, que había arribado esa noche silenciosamente. Con Alberto y Martha, sus capitanes, compartimos una hermosa velada.

El lunes 1º. de marzo, feriado nacional en Uruguay, salimos en el Alcyon a la caza de los Tall Ships que venían llegando desde Punta del Este en procura del puerto de Montevideo. Empavesamos el Alcyon por primera vez en su vida y nos fuimos al punto de encuentro que había fijado la organización.

El tal punto de encuentro fue respetado por la Capitán Miranda, la Cisne Branco y la Sagres solamente, que se acercaron a saludarnos y nos tomamos fotos recíprocamente. Al resto hubo que ir a perseguirlas por todo el río. A la Libertad lamentablemente la perdimos. Vino muy anticipada, nos tomó a todos desprevenidos y muy lejos de la costa y del punto de encuentro. Pero pudimos acercarnos y tomar fotos y vibrar con la Guayas, la Cuauhtemoc, y la Simón Bolivar. La Esmeralda quedó fondeada muy lejos también, así que sólo pude fotografiar su inconfundible perfil de 4 mástiles. Fue muy emocionante, les puedo asegurar. Cada vez que se veía a lo lejos la silueta de alguno de estos gigantes, el corazón empezaba a palpitar y corríamos a su encuentro a todo lo que daba el motorcito y la velita (con el empavesado no podíamos levantar la mayor porque se enredaría jajaj, no sé si lo pusimos bien).

Estuvimos así toda la tarde viendo pasar las esbeltas naves, algunas a palo seco, otras con sus velas cuchillas desplegadas, y todas de andar elegante y orgulloso, mientras decenas de barquitos del Buceo les revoloteaban alrededor y les cortaban la proa, les sacaban fotos, las seguían un tramo hasta que se alejaban serenas y plácidas.

El martes al mediodía zarpamos del Buceo. Una navegación espléndida, lenta también pero suave y a vela. Decidimos hacer escala en Sauce, y hacia allí nos dirigíamos. Apenas zarpamos escuchamos modular al Cejo 2 en requerimiento de la Shikandi, y me entrometí en la conversación para saludar al amigo Viki Agote, que a la sazón venía unas 10 millas más al Este, proveniente de Piriápolis, también con intención de escalar en Sauce.

A mitad de la travesía vemos que el horizonte hacia el Oeste y Noroeste se cubría de nubes y relámpagos y pensamos: otra vez no, por favor! No queríamos mojarnos ni tener que soportar condiciones duras nuevamente.

Parece que alguien oyó nuestra plegaria, porque el mal tiempo aguantó exactamente hasta el momento en que tomamos amarra en Sauce a las 4 de la mañana del miércoles. Ni bien tomamos la boya de popa y mientras estaba haciendo firme el cabo de proa en la cornamusa, en ese preciso instante, se largó a llover como si nunca antes hubiera llovido. Nos empapamos! Nos perdonó el clima, pero nos tenía que bautizar!

Arranchamos bajo la lluvia torrencial, y quedamos a la espera del Cejo con un cabo preparado por si necesitara asistencia para amarrar.

El Cejo llegó con su tripulación señera y amarró a nuestro babor en medio de bromas y chascarrillos, asistidos por Hidrografía de Sauce, siempre atentos. Nos fuimos todos a dormir siendo ya la mañana del miércoles.

La tarde nos encontró a Héctor y a mí sentados en un banco de la plaza principal de Lacaze comiendo tortas fritas, único almuerzo que pudimos conseguir ya instalada la siesta pueblerina. Estaban deliciosas!

La noche nos vio compartir una deliciosa cena y una charla llena de recuerdos y anécdotas náuticas donde un pequeño gran hombre como el Viki Agote hablaba con la humildad y la sencillez que sólo miles de millas bajo la quilla pueden proporcionar. Hernán y Ricardo, sus tripulantes, y Héctor por supuesto, completaban la cuadrilla de altísima alcurnia náutica que me privilegiaron con su compañía y me halagaron con su caballerosa invitación.

El jueves a las 6,30hs me desperté y vi por la claraboya que el Cejo estaba zarpando. Desperté a mi compañero y previo amarinar rápidamente, zarpamos también.

Nuevamente una navegación lenta, la mayor parte a motor, nos hizo llegar a San Fernando a las 23 hs. viendo como se habían diluido completamente las amenazantes nubes y relámpagos que nos acompañaron durante casi toda la singladura. Otra vez, el tiempo nos perdonó.

La luna, que venía alumbrando como un reflector nuestras noches desde que dejamos la Tapera, explotó literalmente en el horizonte a nuestra popa cuando navegábamos al través de Nuñez, mientras en la proa todavía se escondían los últimos rubores del poniente.

Así terminó esta extraña travesía que nos llevó por puertos no planeados, nos negó el destino previsto, nos privó de los eventos esperados pero nos permitió hacer una recorrida de amigos a todo lo largo de la derrota.


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Fragatas Navegando


DE HERRAJES FATIGADOS

CARTA ABIERTA A MIS AMIGOS NAUTAS
Por Alita Wexler

Buenos Aires, 5 de marzo de 2010
Amigos:

Quiero agradecer toda la preocupación que han tenido por nosotros cuando vieron que teníamos problemas durante la regata, y decirles cuánto apreciamos todos los mensajitos de texto, de voz y mails que nos enviaron y que no tuvimos oportunidad de contestar por la incomunicación de la zona.

Trataré de hacer una reseña de lo ocurrido por si puede ser útil para alguien. Es probable que incurra en errores y olvidos, así que si hay inconsistencias, sepan dejarlas pasar. Si luego Héctor me hace alguna corrección, vendrá la fe de erratas.

Nos habíamos preparado para la regata y para el evento del encuentro con los grandes barcos en Mar del Plata. Teníamos mucha expectativa de verlos y de encontrarnos nuevamente con los amigos que corrían con nosotros.

Raúl/Gaviota nos había bordado ad honorem el nombre del Alcyon en remeras y gorras, a pesar de que recién nos conocía.

Alejandro nos consiguió un handy que nos pedían por reglamento.

Raúl y Tommy se afanaron en solucionar algunos problemitas del instrumental.

Yiye prestó traje de agua extra.

Marcelo y Fabi nos tenían al tanto de la meteo.

Y todos nos desearon buenos vientos.

Parece ser que el viento sumó cada pedido y sopló como si fuera la primera vez durante la mayor parte de la travesía!

Estábamos haciendo una buena regata pero lamentablemente tuvimos que abandonar porque se rompió un herraje del timón. Estábamos aproximadamente a la altura de Mar de Ajó, o algo más al sur, a unas 10 millas al norte de Médanos y eran alrededor de las 16hs. del viernes 19 de febrero.

El plenamar 27 tiene el timón externo, colgado del espejo mediante dos herrajes de fijación, el inferior a la altura de la línea de flotación y el superior a la altura del borde superior del espejo. El herraje inferior se partió como cortado a cuchillo. De ese modo, el timón quedó balanceando fijado solamente del herraje superior.

Ibamos con dos rizos en la mayor y un foque en la proa. Habíamos cruzado la bahía con un Norte impetuoso que nos empujaba casi en popa redonda, y que levantó un oleaje que nos hacía barrenar a 12/13 kt! Al salir de Samborombón terminó la buena suerte y se fue al Sur, no sin antes despuntar una calma que preanunciaba el pampero cuyo cigarro se delineó claramente en la costa. El pampero fue apenas un suspiro, y el inesperado sur nos castigó obligándonos a bordejear sin avanzar casi nada. Sabíamos que se nos venía la canaleta de noche, y el viento iba en aumento, así que nos mirábamos tratando de decidir si valía la pena seguir borde y borde para estar siempre en el mismo lugar hasta agotarnos, cuando se nos franqueó, y se fue al Este como para llevarnos en carroza a enfilar la canaleta y luego, derivando un poco, hasta Mar del Plata. La suerte estaba echada! Seguíamos en carrera. Pero el barco no quiso.

Tiramos la mayor abajo, dejamos el foquecito y tratamos de acomodar el barco en las olas como para poder trabajar. Héctor hizo una reparación de fortuna atando la pala con cabos, a riesgo de sus manos, pero no teníamos confianza en su duración, sobre todo porque soplaba fuerte, había mucha marola y el viento, que venía caprichoso como niño de tres años, volvió a rotar al NE y nos abatía hacia la playa.

No teníamos gobierno con las velas y el motor es pequeño y no tiraba. El viento parecía venir en aumento y el timón sólo nos permitía movimientos leves para no desbaratar su brida improvisada, lo cual era casi imposible de sostener con la ola que lo sacaba permanentemente.

Sabíamos que la regata estaba terminada para nosotros, y evaluamos cómo seguir. Decidimos que la mejor opción era entrar en San Clemente o en Lavalle. Estábamos a unas 20 millas al Sur de Punta Rasa, y no teníamos posibilidad de avanzar en esa dirección con viento de ceñida, y Mar del Plata estaba a unas 90 mn

A eso de las 17 hs., pedimos asistencia a Prefectura y quedamos aguantando para no irnos contra la costa hasta que llegaron. Quedamos varias horas como capeando a motor, poniendo primero la proa hacia afuera para no caer sobre la playa, y luego poniendo nuevamente proa al sur porque la condición de ola era más benigna de esta manera. Finalmente, el viento fue calmando, las olas se fueron planchando, y pudimos dirigirnos al norte para ir avanzando a 1kt como máximo hacia la zona de Punta Rasa.

Hacia las 23,30 hs. llegó el GC Bahía Blanca que nos tomó remolque en una maniobra impecable, favorecida por el mar calmo y la ausencia de viento, dejándonos frente a San Clemente pero bastante afuera, y desde ahí nos tomó un bote de prefectura de Lavalle que nos dejó en el fondeadero de San Clemente a la espera de la plea para entrar. Finalmente, un bote privado nos entró a Tapera por la mañana o la tarde (ya no recuerdo) del sábado.

Nuestro reconocimiento y gratitud al GC Bahía Blanca y al bote de Gral. Lavalle, el señor Molina y sus compañeros, que esa jornada trabajaron sin descanso en apoyo y asistencia de los barcos de la regata y el crucero.

Ni bien amarramos acoderados a un gomón de Prefectura, escucho una voz que me grita desde el muelle: “Capitana!” Cuando vi la cara del que nos recibía con tono tan amistoso, recordé inmediatamente la foto de su perfil en el foro y me llenó de alegría encontrarme con GabrielG que se estaba ofreciendo con generosidad y hospitalidad para cualquier cosa que necesitáramos, preocupado por nuestra situación y la del barco.

Todo nuestro agradecimiento para Gabriel y su bella esposa que nos dieron una gran mano y nos contuvieron como sólo buenos amigos pueden hacerlo.

Fernando y Mario, de Tapera, nos ayudaron a solucionar el problema del timón, y nos facilitaron nuestra estadía todo lo posible dentro de la situación.

El problema fue debido sin ninguna duda a la fatiga del material. Al corte se veía claramente las diferencias de colores con puntos oxidados, puntos opacos y puntos brillantes. El herraje estaba herido desde hacía tiempo, y terminó de cortar en ese momento.

Como me explicaron los que saben, el inox se deteriora desde adentro hacia afuera, por eso, como se suele decir, “no avisa”. Desde afuera no es detectable la avería o la debilidad del material. Sin embargo, por dentro está ocurriendo.

Esto no quiere decir que no sea posible prever la avería. La conclusión que saco, con mi poco conocimiento y mínimo criterio, pero después de escuchar opiniones autorizadas y de ver con mis propios ojos el estado de nuestro herraje, es que conviene cambiar los inox que hacen esfuerzo en el barco con regularidad, de la misma manera que se cambia la jarcia fija cada diez años. No sé cuál será el período de vida útil estimable para los herrajes, habría que consultarlo con expertos, pero sí sé que el período de vida útil de todos los herrajes que soportan esfuerzos en mi barco ha llegado a su fin, y que es indispensable ahora cambiarlos todos por herrajes nuevos. Nada de parches ni refuerzos. A la basura lo viejo, y todo a nuevo. Igualmente, sigue siendo noble el inox, y preferido al galvanizado y al bronce que se usaban antes, y conocer sus debilidades y limitaciones minimiza sus riesgos.

Cabe aclarar que el timón en sí no había sufrido avería, tampoco la caña, de modo que los artefactos de fortuna que se pueden pensar y que teníamos previstos en el barco no eran de utilidad. Ningún elemento improvisado haría mejor timón de fortuna que el propio timón como estaba.

A pesar de los cabos con que lo pudimos amarrar, el timón hacía juego contra el espejo, y la parte del herraje que había quedado fijada al espejo, filosa como navaja, le fue abriendo una ventana en la fibra, por lo que hubo que repararlo también en Tapera. Pero esto fue una consecuencia de la rotura del herraje, no fue debilidad del timón.

Acoderado al Alcyon estaba el Druida, reparando averías también. Así juntos nos tomó la crecida extraordinaria que zarandeó los barcos uno contra otro y el nuestro contra el muelle, mientras todos rogábamos que aguantara la única palmera que, ahorcada con todos los cabos que le habíamos tirado, estaba ubicada en lugar estratégico como para evitar que ambos barquitos fueran a parar a la plaza principal de San Clemente sin escalas.

La experiencia vivida en común, y algunos mates y viajes a San Clemente compartidos sellaron una nueva amistad náutica enriquecida por el alto contenido artístico del intercambio, que generó la obra de arte que se ve en esta foto, escrita a fibra en el muro de la Tapera, con gráfica inspirada de Maxi y de Martín/Mordisco y rima florida que reza así:

En la regata

metimos la pata

y nunca llegamos

a Mar del Plata.

Pero en la Tapera

gente de primera

le dio alegría

a nuestra espera.

La tripulación

del Druida y del Alcyon

muy agradecida

saluda con el corazón.


Al viernes siguiente a nuestro arribo forzado, partimos en demanda del puerto del Buceo, desde donde pudimos finalmente salir al encuentro de los Tall Ships ya que no pudimos verlos en Mar del Plata.

El Mar nos cacheteó un poco, pero no nos ha vencido. Estamos bien, el barquito está reparado y entero, nosotros estamos en buena condición, siempre lo estuvimos, fue un alto en el camino y nada más!

Alita / Alcyon


CRONICAS DEL FORTUNA II

EL F2 EN MADRYN

Por el capitán de corbeta Gustavo Lioi Pombo

Durante la organización de este crucero conjunto, a los amigos uruguayos les conté una y mil veces acerca de Madryn, sus playas, el calor, el puerto, etc. Lleven malla y bronceador, les dije varias veces. El trayecto será de "bermudas y remera".
Salimos el domingo por la mañana, en lo que se presentaba como una ventana de tiempo favorable para el cruce. Arrancamos a la mañana con un viento de 15 nds del SE, que hacia el mediodía se fue rotando al E y aumentando unos 20 nds. Sol, pero fresco. Uhmm. Largamos Spy, navegando cómodos en un piso de 10 nudos. Parecía un lujo. Hacia la noche empezó a cargar un poco más, volviendo a SE, por lo que, con prudencia, bajamos un rizo y nos fuimos al G3 para pasar una noche tranquila. Pero ese SE, con el correr del tiempo nos fue levantando una ola que llegaba de la aleta, que en combinación con el mar de fondo que llegaba de Malvinas hacía imposible la tarea de acomodar el barco para evitar sacudones. Ya en la mañana del lunes el viento aflojó y se fue decididamente al E, por lo que hubo que apoyar con motor la travesía, especialmente por el aviso de una baja ingresando y apretando las isobaras en forma preocupante. así transcurrió ese lunes, un poco de motor, un poco de vela. Y corría el segundo día sin "bermudas y remera". El poco abrigo que habíamos llevado cotizaba en bolsa. Ya el martes a la madrugada entró la baja, decididamente del N y NE el viento se movió entre 20 a 28 nds. Un placer. De 10 a 12 nds de velocidad. mar de popa, patinando olas. Ya hacia la noche la cosa empezó a espesar. Doblamos la Punta Delgada con 30 nds, ráfagas de 35, pero con dos rizos y G5 el F2 daba lo mejor de sí. En una de esas corridas, cuando 14 y 15 nds se sostenían sin inconvenientes, el Negro Solís al timón me regaló 17 nds. Maravilloso sonido el del barco a esa velocidad. Me miró con rostro de plenitud, me dejó el timón y me dijo: "tomá, hacé lo tuyo". Un capo. Entramos al Golfo Nuevo ya en los 36 del N y a la madrugada, por lo que decidimos bajar la mayor y seguir con el G5 para no llegar demasiado temprano. Y así fue que llegamos a las 0700 hs, luego de 69 hs de navegación. Sí, sí, todo muy lindo. Sólo que en el muelle soplaban 28 nds del NE. Sí, NNNEEE!!! eso no existe en Madryn. Nos quedamos fondeados esperando que baje. La onda que entraba hacía insoportable, por momentos, estar en el fondeadero. Cabalgaba como si le estuviera orzando a una sudestada. Ni siquiera podíamos bajar el bote. "A la tardecita baja", me comentaba un lugareño por teléfono. Eran las 20 hs, y el viento seguía clavado en el NE, trepando a 30 nds. Ya totalmente quebrado moralmente me tiré en la cucheta con la consigna de que me avisen cuando baje para proceder al amarre. A eso de las 2300, el Negro Solís me despierta: "Gustavo, está en 46 nds". Increíble. Después de hacer una navegación en tiempo récord, recién pude bajar a tierra 24 hs después de haber arribado al puerto. Demás está decir que mis amigos del Bonanza me miraban con una mezcla de bronca y resignación. Con toda la propaganda que les había hecho, Madryn los recibió con una cara desconocida. Bromas aparte, los locales me cuentan que, en este mes de febrero llovió todo lo que estadísticamente llueve en el año. El puerto llevaba cerrado dos días. Obvio, no tiene ninguna defensa preparada contra vientos de ese cuadrante!!
Amigos, cierro con algo que van a entender los que fueron al cine a ver "2012": YA COMPRÉ PASAJES PARA CHITCHEN ITZÁ.
Saludos
Gustavo.