DONDE ESTA?

NEGROS CANALES

NEGROS CANALES DE BAHIA BLANCA: LA TRÁGICA HISTORIA DE UN COLEGA DEL CNBB

Por Hugo W. Barzola

En otro capítulo de mis relatos he comentado una parte de la historia de navegante de un consocio y amigo nuestro del CNBB (Bahía Blanca), Roberto Fernández. En este como colofón de ese relato realizaré el desarrollo de su historia de vida en la comunidad náutica hasta su trágico final.

Roberto Fernández tendría en aquella época (1980) una edad cercana a los cuarenta años, estaba casado con una hermosa mujer y tenía dos hijas igualmente bellas. Su posición económica al momento de nuestro relato, era brillante y sólida. Hijo de un hogar de clase media trabajadora él mismo había pasado por varios oficios, como ser el de metalúrgico.

En algún momento de su juventud, entró a trabajar en el rubro de la distribución, y con la madurez de la juventud y su inteligencia y audacia arrolladora, avizora las posibilidades de mejorar su posición al encontrar una oportunidad de hacerse con una distribución de una marca mundial.

Logra esta designación y organiza una distribuidora de ventas con la cual gracias a su empuje y dinamismo afirma su importancia para la marca y va logrando el mismo afianzarse económicamente.

Siempre con mente de emprendedor edifica al tiempo su propio depósito y vivienda en los altos, donde poco a poco como hemos dicho cimenta una sólida posición. Es entonces que se lanza a buscar realizarse humanamente en un deporte que siempre le había llamado la atención, la navegación a vela.

Por esas cosas de la vida, con encuentros y desencuentros, en este caso no recuerdo como llegó a mí para consultarme, el hecho que tenía casi decidido adquirir un velero que recientemente se publicitaba, producto de un astillero que ofrecía este modelo al mercado incipiente de la industria nacional de la náutica, el Bordiga B 18 salido del tablero de Frers.

Este modelo cubría el mercado en expansión de la náutica argentina al posibilitarse con la construcción seriada en PRFV y el consiguiente abaratamiento del producto final. Ya en otros relatos he comentado el primigenio éxito que tuvo el Láser 5,60 de Róvere, como el Troter del astillero Marco, siendo tal vez este otro modelo uno de los que le siguió en unidades vendidas, hasta llegar con el tiempo al H 20 que fue tal vez el modelo de esa clase que mas unidades vendió.

Ya había realizado su curso de timonel habilitante en el CNBB, por lo que estaba ansioso de probarse con su propia embarcación.

Creo haberle aprobado la decisión, me gustaba el barco tenía amplia comodidad con respecto a otros de la clase, como ser el Láser 5,60, por tener mayor manga y era el producto apropiado para comenzar a despuntar el vicio....

El otro objeto de la visita era encargarme la fabricación del trailer para el mismo, en ese entonces yo tenía una metalúrgica anexa a mi taller de electrónica donde construía torres de comunicaciones. Se dio la circunstancia que puesto yo mismo en esa necesidad un tiempo antes, había construido mi propio trayler, por lo que había acreditado algún mérito profesional por ello.

Derivado de ello le pude construir el de su Bordiga y algunos otros veleros que llegaron al club, incluido el del INDA (Peterson 26’) que lo trajo desde Buenos Aires marchando, como también varios para lanchas de todo tamaño .

Pero disculpándome por la digresión, aunque todo tiene que ver con todo, proseguimos con el relato. Llegado el barco a nuestro club, me toco colaborar en su aparejado así como participar de las primeras salidas, poco a poco fue tomándole la mano a su gusto presentándose a regatas que en aquel entonces tenían encarnizadas tripulaciones.

Es por ello que le fue entrando la pasión total por la náutica por si la hubiera tenido a medias, pensando ya en comprar un nuevo velero de mayor eslora y perfomance, aprovechó la oportunidad que comenzaba a dictarse el 1º curso de Patrón de Yate que comenzaba a dictarse en el CNBB y que justamente me tocó organizar (1981).

De producto del mismo más de una docena de nuevos Patrones fueron matriculados, entre ellos Roberto. Su nuevo barco fue un Paquita diseño de Frers de 26’ y construcción en madera laminada.

Con este barco comenzó también a intervenir en regatas, cruceros y fue con el que realizamos aquel crucero hasta Monte Hermoso ya relatado. Pero su entusiasmo se dividía por la necesidad de llegado el verano poder acompañar a su familia a pasar sus vacaciones en su propia casa del balneario y el poder seguir despuntando su pasión.

Por ello se compró un nuevo velero, en este caso un H 19, el barco escuela de Heguilor, para tenerlo allí en Monte y poder bajarlo al mar cuando el clima fuera benigno. Es así que otra vez me encarga el diseño y luego la construcción de un gran trailer para movilizarlo en la playa y poder usarlo como dársena de amarre, bajarlo a la playa y luego al regreso su amarre al mismo, para subirlo nuevamente.

Creo que alguna satisfacción debió haber alcanzado al disponer de tal medio en el propio lugar, pero siempre inquieto una temporada imaginó llevarlo de vuelta al club, navegando como lo habíamos hecho con el Paquita.

Este viaje había ocurrido al comienzo del verano y él al llegar el fin del mismo resolvió hacer el viaje imaginado, para ello había comprometido a dos colegas integrantes del CNBB, padre e hijo que serían sus acreditados tripulantes... Pero, llegado el día y vaya a saber por que, tal vez algún presagio, diferencias con la familia de los tripulantes, la cuestión que se negaron a navegar, dándole poco margen para decidir el viaje.

Con mucha tozudez y tal vez poca previsión, dejando de lado toda precaución tomó la decisión de realizar el viaje de cualquier modo, para ello consiguió a último momento la compañía de un amigo, comerciante, joven como él, con una empresa de camiones casi vecino del domicilio en Bahía Blanca de ambos.

Como seguridad llevaban puestos los salvavidas de arnés reglamentarios, mas en el caso de Roberto una chaqueta de buceo de neopreno, y demás elementos de señalamiento, etc. Como en el caso del viaje anterior el clima presentaba un día promisorio y soleado.

Otra vez el viaje debió ser placentero al menos hasta pasar por Pehuen-co, pero nuevamente quiso el destino jugarles esa malvada jugada que nos había sucedido en el otro crucero. El clima cambió imprevista y rápidamente, una tormenta de viento del Oeste arboló el mar en esas condiciones que son tan temidas en tal lugar, hasta para los grandes buques.

Si han leído mi crónica anterior, habrán percibido lo que es navegar por ese lugar en el caso de ocurrir vientos de 80/100 kph o mas; el mar con los bancos encajonados forma, en especial por la ruta del canal auxiliar un oleaje muy peligroso y si bien con el anterior velero de 8 m. logramos sortearlo, ahora con este de 6 m. y sin una tripulación adecuada, creo que fue un gran error, máxime que ya había tenido con nosotros la experien cia del mismo viaje. Pese a la fuerza de la tormenta era preferible hace un trayecto mas largo, al menos ahora había experiencia para ingresar por el boyado del canal principal.

El detalle de lo sucedido no lo conoceremos nunca pues no quedaron testigos ni en la embarcación ni nadie de fuera de ella en la inmediaciones. El caso es que el mar, la tormenta logró hacer zozobrar la pequeña embarcación y arrojó a la tripulación al agua.

Aparentemente, elucubrando hipótesis de lo sucedido, el amigo de Roberto fue tragado por las aguas, apareciendo luego a las 24 hs., siendo el primero que fue encontrado.

En el caso de Roberto Fernández, con mayor suerte y capacidad de flotabilidad por su chaqueta, aparte del salvavidas, tuvo una desgraciada sobrevida de mas de 48 horas.

Fue un caso que causó mucha conmoción en especial en nuestro medio, una vez conocida la noticia, tanto Prefectura como las lanchas pesqueras de Pto. I. White y Pto. Rosales, más gran cantidad de lanchas particulares se agregaron a la búsqueda.

Pasaron las horas y no encontraban a nadie, hasta que un día después una pesquera encontró el cuerpo del amigo de Roberto, a medio flote en el canal, en el caso de Roberto recuerdo la desesperación de todos, principal y lógicamente de su familia que utilizó todos los medios a su alcance para lograr algún resultado. Los medios de comunicación empezaron a seguir el caso con interés, recuerdo que hasta los auxilios de una o mas videntes se habían ofrecido y lo anecdótico es que una de ellas anticipaba que aun se encontraba con vida.

En mi caso recuerdo que por dos veces salí en alguna de las lanchas de asociados del club que se dedicaron a la búsqueda dentro de los canales, recuerdo haber estado por el Embudo y el Bermejo y alrededores por casi 8 hs. cada día.

Otra gran anécdota y que dio la idea parcial del recorrido de Roberto, aun no hallado después de 48 hs., se conoció un día al conocerse que un tripulante de un barco griego fondeado en la afueras del canal, cercano al lugar del siniestro, una noche divisó sorpresivamente para él, una persona que se encontraba aferrada a la cadena del ancla y la cual le gritaba algún pedido de auxilio, lógicamente este tripulante no conocía el idioma y lo primero que atinó fue ir a comentar el caso a alguno de los oficiales que pudiera hacer algo en ese caso.

Todo esto vaya a saber cuanto podrá haber tardado, pero la cuestión es que cuando llegaron nuevamente a la proa de la nave a tratar de interpelar y brindar ayuda a la aparición que había advertido el tripulante, desgraciadamente no pudieron verlo nuevamente y nunca mas por lo visto.

Debemos señalar que esto ocurrió a altas horas de la noche con marea fuertemente bajante. Esos lugares de nuestros canales, como conocemos los navegantes, tiene una velocidad de marea muy grande que puede llegar de 3 a 6 nudos y tiene una fuerza capaz de arrancar a una persona aferrada de esa manera a un objeto en él. Por lo que es de asumir que en ese momento Fernández salió desprendido de la cadena, tal vez agotado, llevándolo la misma mar afuera.

Imaginen que todos estos datos, una vez sabidos, lograron que se redoblaran los esfuerzos de búsqueda, que creo que todavía se continuó por los menos un día mas. Finalmente una mañana una pesquera dio la noticia del encuentro de nuestro desgraciado amigo, el mismo fue encontrado dentro del estuario, por lo que se ha visto que fue juguete de la marea varias veces en ese drama.

Como colofón de toda esta tragedia, de la cual recomiendo tomar debida nota a quien la esté siguiendo por estas líneas sin haberla conocida anteriormente, que pueda reconsiderar los enormes riesgos que se corren si no conocemos el terreno (...)y tenemos los medios para sortearlos.

En el caso del amigo de Roberto, creo que el deceso se produjo por asfixia por inmersión pese a tener colocado su salvavidas..., en cuanto a Roberto Fernández con salvavidas y chaqueta de buceo, sufrió una muerte por hipotermia.

Su barco fue alguna vez visto, tal vez en marea baja por esa zona de bancos de la salida al mar, pero el avistaje fue realizado por embarcaciones mercantes de porte o alguna de la Armada, se veía sobresalir su mástil, pero desgraciadamente no se pudo hacer nada por ella y luego nunca mas se la observó.

Escribo esta crónica con el pesar de recordar a un amigo que con su don de gentes había cultivado muchos mas dentro del club, se perdió un gran ser humano y quedó destrozada su familia más la de su amigo y acompañante. El tener que recordarlo y revivir esta tragedia causa una gran pena nuevamente, pero también es bueno alertar a los nuevos integrantes de la barra náutica con todos los antecedentes que puedan ser conocidos y si es necesario aprovecharlos.

En todo caso es preferible navegar en mar abierto aun en una borrasca, que circular por los canales de entrada a nuestra Bahía Blanca, como he dicho aun los buques de porte lo temen y pregunten a la Armada y a los pescadores que tiene mayor experiencia, una tormenta de este tipo en la zona del Rincón como se la denomina es un peligro de temer para cualquier embarcación, sea del porte que fuere, y lo que da y aumenta el peligro son los bancos de arena. QPD....

Hugo W. Barzola

Piloto de Yate – Prom. 14 de 1974

CNBB – Bahía Blanca

hwbarzola@yahoo.com.ar


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