






Buceo hermoso como siempre. Montevideo una joya.
El domingo a la mañana nos despertamos y nos encontramos del otro lado de la marina, exactamente frente a nuestra proa, o sea, a 3mt. de nosotros, a la Shikandi, que había arribado esa noche silenciosamente. Con Alberto y Martha, sus capitanes, compartimos una hermosa velada.
El lunes 1º. de marzo, feriado nacional en Uruguay, salimos en el Alcyon a la caza de los Tall Ships que venían llegando desde Punta del Este en procura del puerto de Montevideo. Empavesamos el Alcyon por primera vez en su vida y nos fuimos al punto de encuentro que había fijado la organización.
El tal punto de encuentro fue respetado por la Capitán Miranda, la Cisne Branco y la Sagres solamente, que se acercaron a saludarnos y nos tomamos fotos recíprocamente. Al resto hubo que ir a perseguirlas por todo el río. A la Libertad lamentablemente la perdimos. Vino muy anticipada, nos tomó a todos desprevenidos y muy lejos de la costa y del punto de encuentro. Pero pudimos acercarnos y tomar fotos y vibrar con la Guayas, la Cuauhtemoc, y la Simón Bolivar. La Esmeralda quedó fondeada muy lejos también, así que sólo pude fotografiar su inconfundible perfil de 4 mástiles. Fue muy emocionante, les puedo asegurar. Cada vez que se veía a lo lejos la silueta de alguno de estos gigantes, el corazón empezaba a palpitar y corríamos a su encuentro a todo lo que daba el motorcito y la velita (con el empavesado no podíamos levantar la mayor porque se enredaría jajaj, no sé si lo pusimos bien).
Estuvimos así toda la tarde viendo pasar las esbeltas naves, algunas a palo seco, otras con sus velas cuchillas desplegadas, y todas de andar elegante y orgulloso, mientras decenas de barquitos del Buceo les revoloteaban alrededor y les cortaban la proa, les sacaban fotos, las seguían un tramo hasta que se alejaban serenas y plácidas.
El martes al mediodía zarpamos del Buceo. Una navegación espléndida, lenta también pero suave y a vela. Decidimos hacer escala en Sauce, y hacia allí nos dirigíamos. Apenas zarpamos escuchamos modular al Cejo 2 en requerimiento de la Shikandi, y me entrometí en la conversación para saludar al amigo Viki Agote, que a la sazón venía unas 10 millas más al Este, proveniente de Piriápolis, también con intención de escalar en Sauce.
A mitad de la travesía vemos que el horizonte hacia el Oeste y Noroeste se cubría de nubes y relámpagos y pensamos: otra vez no, por favor! No queríamos mojarnos ni tener que soportar condiciones duras nuevamente.
Parece que alguien oyó nuestra plegaria, porque el mal tiempo aguantó exactamente hasta el momento en que tomamos amarra en Sauce a las 4 de la mañana del miércoles. Ni bien tomamos la boya de popa y mientras estaba haciendo firme el cabo de proa en la cornamusa, en ese preciso instante, se largó a llover como si nunca antes hubiera llovido. Nos empapamos! Nos perdonó el clima, pero nos tenía que bautizar!
Arranchamos bajo la lluvia torrencial, y quedamos a la espera del Cejo con un cabo preparado por si necesitara asistencia para amarrar.
El Cejo llegó con su tripulación señera y amarró a nuestro babor en medio de bromas y chascarrillos, asistidos por Hidrografía de Sauce, siempre atentos. Nos fuimos todos a dormir siendo ya la mañana del miércoles.
La tarde nos encontró a Héctor y a mí sentados en un banco de la plaza principal de Lacaze comiendo tortas fritas, único almuerzo que pudimos conseguir ya instalada la siesta pueblerina. Estaban deliciosas!
La noche nos vio compartir una deliciosa cena y una charla llena de recuerdos y anécdotas náuticas donde un pequeño gran hombre como el Viki Agote hablaba con la humildad y la sencillez que sólo miles de millas bajo la quilla pueden proporcionar. Hernán y Ricardo, sus tripulantes, y Héctor por supuesto, completaban la cuadrilla de altísima alcurnia náutica que me privilegiaron con su compañía y me halagaron con su caballerosa invitación.
El jueves a las 6,30hs me desperté y vi por la claraboya que el Cejo estaba zarpando. Desperté a mi compañero y previo amarinar rápidamente, zarpamos también.
Nuevamente una navegación lenta, la mayor parte a motor, nos hizo llegar a San Fernando a las 23 hs. viendo como se habían diluido completamente las amenazantes nubes y relámpagos que nos acompañaron durante casi toda la singladura. Otra vez, el tiempo nos perdonó.
La luna, que venía alumbrando como un reflector nuestras noches desde que dejamos la Tapera, explotó literalmente en el horizonte a nuestra popa cuando navegábamos al través de Nuñez, mientras en la proa todavía se escondían los últimos rubores del poniente.
Así terminó esta extraña travesía que nos llevó por puertos no planeados, nos negó el destino previsto, nos privó de los eventos esperados pero nos permitió hacer una recorrida de amigos a todo lo largo de la derrota.
Quiero agradecer toda la preocupación que han tenido por nosotros cuando vieron que teníamos problemas durante la regata, y decirles cuánto apreciamos todos los mensajitos de texto, de voz y mails que nos enviaron y que no tuvimos oportunidad de contestar por la incomunicación de la zona.
Trataré de hacer una reseña de lo ocurrido por si puede ser útil para alguien. Es probable que incurra en errores y olvidos, así que si hay inconsistencias, sepan dejarlas pasar. Si luego Héctor me hace alguna corrección, vendrá la fe de erratas.
Nos habíamos preparado para la regata y para el evento del encuentro con los grandes barcos en Mar del Plata. Teníamos mucha expectativa de verlos y de encontrarnos nuevamente con los amigos que corrían con nosotros.
Raúl/Gaviota nos había bordado ad honorem el nombre del Alcyon en remeras y gorras, a pesar de que recién nos conocía.
Alejandro nos consiguió un handy que nos pedían por reglamento.
Raúl y Tommy se afanaron en solucionar algunos problemitas del instrumental.
Yiye prestó traje de agua extra.
Marcelo y Fabi nos tenían al tanto de la meteo.
Y todos nos desearon buenos vientos.
Parece ser que el viento sumó cada pedido y sopló como si fuera la primera vez durante la mayor parte de la travesía!
Estábamos haciendo una buena regata pero lamentablemente tuvimos que abandonar porque se rompió un herraje del timón. Estábamos aproximadamente a la altura de Mar de Ajó, o algo más al sur, a unas 10 millas al norte de Médanos y eran alrededor de las 16hs. del viernes 19 de febrero.
El plenamar 27 tiene el timón externo, colgado del espejo mediante dos herrajes de fijación, el inferior a la altura de la línea de flotación y el superior a la altura del borde superior del espejo. El herraje inferior se partió como cortado a cuchillo. De ese modo, el timón quedó balanceando fijado solamente del herraje superior.
Ibamos con dos rizos en la mayor y un foque en la proa. Habíamos cruzado la bahía con un Norte impetuoso que nos empujaba casi en popa redonda, y que levantó un oleaje que nos hacía barrenar a 12/13 kt! Al salir de Samborombón terminó la buena suerte y se fue al Sur, no sin antes despuntar una calma que preanunciaba el pampero cuyo cigarro se delineó claramente en la costa. El pampero fue apenas un suspiro, y el inesperado sur nos castigó obligándonos a bordejear sin avanzar casi nada. Sabíamos que se nos venía la canaleta de noche, y el viento iba en aumento, así que nos mirábamos tratando de decidir si valía la pena seguir borde y borde para estar siempre en el mismo lugar hasta agotarnos, cuando se nos franqueó, y se fue al Este como para llevarnos en carroza a enfilar la canaleta y luego, derivando un poco, hasta Mar del Plata. La suerte estaba echada! Seguíamos en carrera. Pero el barco no quiso.
Tiramos la mayor abajo, dejamos el foquecito y tratamos de acomodar el barco en las olas como para poder trabajar. Héctor hizo una reparación de fortuna atando la pala con cabos, a riesgo de sus manos, pero no teníamos confianza en su duración, sobre todo porque soplaba fuerte, había mucha marola y el viento, que venía caprichoso como niño de tres años, volvió a rotar al NE y nos abatía hacia la playa.
No teníamos gobierno con las velas y el motor es pequeño y no tiraba. El viento parecía venir en aumento y el timón sólo nos permitía movimientos leves para no desbaratar su brida improvisada, lo cual era casi imposible de sostener con la ola que lo sacaba permanentemente.
Sabíamos que la regata estaba terminada para nosotros, y evaluamos cómo seguir. Decidimos que la mejor opción era entrar en San Clemente o en Lavalle. Estábamos a unas 20 millas al Sur de Punta Rasa, y no teníamos posibilidad de avanzar en esa dirección con viento de ceñida, y Mar del Plata estaba a unas 90 mn
A eso de las 17 hs., pedimos asistencia a Prefectura y quedamos aguantando para no irnos contra la costa hasta que llegaron. Quedamos varias horas como capeando a motor, poniendo primero la proa hacia afuera para no caer sobre la playa, y luego poniendo nuevamente proa al sur porque la condición de ola era más benigna de esta manera. Finalmente, el viento fue calmando, las olas se fueron planchando, y pudimos dirigirnos al norte para ir avanzando a 1kt como máximo hacia la zona de Punta Rasa.
Hacia las 23,30 hs. llegó el GC Bahía Blanca que nos tomó remolque en una maniobra impecable, favorecida por el mar calmo y la ausencia de viento, dejándonos frente a San Clemente pero bastante afuera, y desde ahí nos tomó un bote de prefectura de Lavalle que nos dejó en el fondeadero de San Clemente a la espera de la plea para entrar. Finalmente, un bote privado nos entró a Tapera por la mañana o la tarde (ya no recuerdo) del sábado.
Nuestro reconocimiento y gratitud al GC Bahía Blanca y al bote de Gral. Lavalle, el señor Molina y sus compañeros, que esa jornada trabajaron sin descanso en apoyo y asistencia de los barcos de la regata y el crucero.
Ni bien amarramos acoderados a un gomón de Prefectura, escucho una voz que me grita desde el muelle: “Capitana!” Cuando vi la cara del que nos recibía con tono tan amistoso, recordé inmediatamente la foto de su perfil en el foro y me llenó de alegría encontrarme con GabrielG que se estaba ofreciendo con generosidad y hospitalidad para cualquier cosa que necesitáramos, preocupado por nuestra situación y la del barco.
Todo nuestro agradecimiento para Gabriel y su bella esposa que nos dieron una gran mano y nos contuvieron como sólo buenos amigos pueden hacerlo.
Fernando y Mario, de Tapera, nos ayudaron a solucionar el problema del timón, y nos facilitaron nuestra estadía todo lo posible dentro de la situación.
El problema fue debido sin ninguna duda a la fatiga del material. Al corte se veía claramente las diferencias de colores con puntos oxidados, puntos opacos y puntos brillantes. El herraje estaba herido desde hacía tiempo, y terminó de cortar en ese momento.
Como me explicaron los que saben, el inox se deteriora desde adentro hacia afuera, por eso, como se suele decir, “no avisa”. Desde afuera no es detectable la avería o la debilidad del material. Sin embargo, por dentro está ocurriendo.
Esto no quiere decir que no sea posible prever la avería. La conclusión que saco, con mi poco conocimiento y mínimo criterio, pero después de escuchar opiniones autorizadas y de ver con mis propios ojos el estado de nuestro herraje, es que conviene cambiar los inox que hacen esfuerzo en el barco con regularidad, de la misma manera que se cambia la jarcia fija cada diez años. No sé cuál será el período de vida útil estimable para los herrajes, habría que consultarlo con expertos, pero sí sé que el período de vida útil de todos los herrajes que soportan esfuerzos en mi barco ha llegado a su fin, y que es indispensable ahora cambiarlos todos por herrajes nuevos. Nada de parches ni refuerzos. A la basura lo viejo, y todo a nuevo. Igualmente, sigue siendo noble el inox, y preferido al galvanizado y al bronce que se usaban antes, y conocer sus debilidades y limitaciones minimiza sus riesgos.
Cabe aclarar que el timón en sí no había sufrido avería, tampoco la caña, de modo que los artefactos de fortuna que se pueden pensar y que teníamos previstos en el barco no eran de utilidad. Ningún elemento improvisado haría mejor timón de fortuna que el propio timón como estaba.
A pesar de los cabos con que lo pudimos amarrar, el timón hacía juego contra el espejo, y la parte del herraje que había quedado fijada al espejo, filosa como navaja, le fue abriendo una ventana en la fibra, por lo que hubo que repararlo también en Tapera. Pero esto fue una consecuencia de la rotura del herraje, no fue debilidad del timón.
Acoderado al Alcyon estaba el Druida, reparando averías también. Así juntos nos tomó la crecida extraordinaria que zarandeó los barcos uno contra otro y el nuestro contra el muelle, mientras todos rogábamos que aguantara la única palmera que, ahorcada con todos los cabos que le habíamos tirado, estaba ubicada en lugar estratégico como para evitar que ambos barquitos fueran a parar a la plaza principal de San Clemente sin escalas.
La experiencia vivida en común, y algunos mates y viajes a San Clemente compartidos sellaron una nueva amistad náutica enriquecida por el alto contenido artístico del intercambio, que generó la obra de arte que se ve en esta foto, escrita a fibra en el muro de la Tapera, con gráfica inspirada de Maxi y de Martín/Mordisco y rima florida que reza así:
En la regata
metimos la pata
y nunca llegamos
a Mar del Plata.
Pero en la Tapera
gente de primera
le dio alegría
a nuestra espera.
La tripulación
del Druida y del Alcyon
muy agradecida
saluda con el corazón.
Al viernes siguiente a nuestro arribo forzado, partimos en demanda del puerto del Buceo, desde donde salimos finalmente al encuentro de los Tall Ships ya que no pudimos verlos en Mar del Plata.
El Mar nos cacheteó un poco, pero no nos ha vencido. Estamos bien, el barquito está reparado y entero, nosotros estamos en buena condición, siempre lo estuvimos, fue un alto en el camino y nada más!
Alita / Alcyon