DONDE ESTA?

LA VARADURA DEL QUID



Abril 4 de 2010

Por Hugo W. Barzola


Relato de un reciente y accidentado crucero en aguas del estuario bahiense.

Todo comenzó con la preparación de un crucero donde volvía a navegar luego de un tiempo de recuperación, nuestro compañero de muchos años a bordo del INDA, el Dr. Ricardo Ruiz, la organización del crucero incluía la invitación a un médico cardiólogo el Dr. Patochi, anteriormente algunas veces visitante del INDA, y que quedó a cargo del consultorio de Ruiz.

Esto se vio añadido con el agregado de dos de sus hijos ansiosos de navegar y pescar.

El viernes la marea estaba de mañana, por lo que temprano estuvimos en el club con un clima apacible, con viento moderado del SO, cosa que nos favorecía y después de los aprestos nos hicimos al canal directamente a vela desde el muelle.

Esto tiene ahora que uno puede apreciar lo pasado, una consecuencia lamentable, pero que no nos debe golpear las neuronas, pues al final hicimos en gran parte un buen crucero.

El caso es que como dije todo salió favorable de entrada y no hicimos maniobra de prueba de motor ni necesitamos usarlo para maniobrar la salida, como a veces realizamos. El caso es que salimos escuchando radio y encendiendo el VHF como es normal.

Fue un buen recorrido de unos 10 mn hasta llegar a un punto donde sabemos fondear para la pesca, pero debido al aumento del viento y quedarnos ese veril a sotavento lo dejamos de lado y seguimos hasta otro lugar (2mn mas) donde siempre fondeamos a resguardo de casi todos los viento, salvo el NE.

Todo esto entre canales de nuestro estuario en la zona del llamado Tres Brazas, en este caso nos ubicamos en el brazo norte.

El caso es que fondeamos apropiadamente y la tripulación se preparó a comenzar la tarea de dedicarse a la pesca, aunque antes comimos algo para reforzar lo picado en navegación pues ya había pasado el mediodía, siendo tal vez las 14 hs.

Todo el resto del día transcurrió con aceptable temperatura y la muchachada que era la que pescaba, luego de muchas capturas de pequeño tamaño, lograron darse el gusto con algunas piezas.

La tarde y el anochecer llegaron apaciblemente, perfilando un momento de conversación mientras el que suscribe como capitán, marinero, cocinero, preparaba unas pastas, que al final fueron debidamente agasajadas con el beneplácito de todos.

Unas copas y una sobremesa dieron final a un día feliz para todos y nos preparamos a ocupar nuestras cuchetas, donde pronto nos cubrió el manto del sueño profundo.

A la mañana temprano, después del amanecer el Dr. Ruiz es el que primeo advierte que venimos garreando, que nuestra ubicación no es la original, afortunadamente el mismo se hace sobre el recorrido del canal y en el momento el viento era fuerte del SE, que nos tomaba de través, pero lo singular era que el garreo no era por su directa causa, si indirecta, pues la corriente que había en el momento de algo mas de media marea creciente, era excepcional cuando nos levantamos y visualizamos el fenómeno.

Esa fue la causa de que mi hasta ahora invicto fondeo había claudicado pese a tener buena medida de cadena y unos 18/20 m. de cabo sobre una profundidad de 6 m.

Es el momento en que decidimos salir con foque aprovechando el través de salida que se nos presentaba a fin de poder llegar con la plea o algo mas al club y poder cubrir el almuerzo con nuestros invitados en la cantina del club.

En ese primer recorrido aprovechando una buena navegación, pude preparar el desayuno que tomamos en el cockpit, todo en el corto tramos de salida antes de enfrentar el canal Brazo Norte que forma el Tres Brazas, donde nos tomaba el SE con una ceñida cerrada.

Desde allí son unas 2 mn hasta la señal ubicada sobre el veril de estribor saliendo, como en ese momento íbamos, que marca la bifurcación con el canal principal Tres Brazas, y donde debemos virar a babor para salir por el mismo hacia la confluencia con el canal principal del estuario que llega hasta Ing. White y nuestro club.



Es al entrar en este canal donde apreciamos lo que donde estábamos no veíamos, el mar pese a estar a algo mas de media marea había cubierto toda la marisma o playas de marea que forman nuestro estuario, apenas sobresalían algunos islotes con alguna vegetación montuosa.

Todo a nuestra vista se presentaba como un mar repleto de agua con una corriente creciente, tal vez en ese momento de mayor intensidad que a ojo de buen cubero se podría calcular en 5 a 6 nts.

Es aquí que venía bien hacer funcionar nuestro motor para evitar la ceñida, hechos los preparativos, intentamos y nuestra batería se niega a darle al arranque con fuerza, no pudiendo insistir mucho pues era inútil. Ufa…!!!

Debemos seguir entonces a vela y luego de subir la mayor con una mano de rizo, comenzamos a realizar ese trayecto en ceñida algo abierta, debiendo realizar algún borde, pero el fuerte viento al final nos ayudaba a superar la corriente y avanzábamos con buen ritmo.

Llegamos finalmente al único punto con una marcación visible, que es una baliza de caño con una señal arriba, que está configurada para señalar esa bifurcación, desde allí hay que virar a babor como si fuera una esquina urbana por el canal Tres Brazas, canal muy amplio que confluye con el principal, como hemos dicho.

Desde allí se aprecia al fondo entre la calima las instalaciones de la Base Naval de Puerto Belgrano, que con algunos puntos elevados nos sirven de referencia para ubicar más que nada su salida, pues este caso es ya para cumplir con un GPS.

Aquí debo decir que había estrenado una nueva Eco en reemplazo de otra que dejo de funcionar, todo esto con gran beneplácito ya que tenía números grandes y buena apreciación de lo principal la profundidad.

Pero no puedo echarle la culpa de lo ocurrido después, porque todo fue justamente una falla de apreciación mía la consecuencia de una buena y tal vez solucionable varada, si hubiera contado con el motor…!

Resultó que comenzamos a tocar entre oleaje cuando después de marcar 10 m. de profundidad, nos pasó rápidamente a 1 m por lo que intenté virar para salir por donde había entrado.

Pero fue inútil al poco de virar nos volvimos a clavar y allí quedó varado el pobre QUID, rápidamente hicimos con la ayuda de nuestros invitados alguna maniobra de adrizamiento, alguna vez conseguimos movernos, pero al final otra vez nos paraba.



Fue el momento de pensar en pedir alguna ayuda, yo no confiaba que el VHF tuviera potencia para emitir por lo que en ese primer momento no quise probar y eso sí lo hicimos queriendo arrancar el motor, lo cual nos fue negado por la batería,

Afortunadamente había llevado en mi bolso un VHF, Handy Yaesu el cual llevado a la frecuencia de navegación, canal 71, llamamos a Pto. Rosales que es el puerto civil, aledaño a la Base Naval, donde fuimos escuchados, desde allí le solicitamos que se comunicara con nuestro club náutico para solicitar ayuda.

Es así que recibimos contestación de nuestro club, donde Ramón el contramaestre del día nos llamaba para ver nuestra situación, probamos pero con el Handy no llegábamos por lo que usamos directamente el VHF fijo para ver que pasaba y el resultado fue que nos escuchan perfectamente.

Desde ese momento comenzamos a coordinar el rescate y un tiempo después nos avisan que parten en nuestra búsqueda. Sale solamente Ramón con un gomón grande hacia nuestra varadura…, pero todo no fue fácil, es ahí donde el estado del mar y su amplitud de superficie juega con nuestro rescate y también encuentra él dificultades para encontrar la ruta.

Desde nuestro barco y aun con la de otro lo tratamos de guiar, pero al final dado su poco calado, aunque varias veces tuvo sus buenas tocadas, logró acercarse aún lejos a divisarnos y venir sobre ignotos canales y muchas veces sobre el propio bajo fondo.

Llegó finalmente, ya había pasado la plea y la marea muy rápido se fue desbordando, con lo que el gomón solo pudo acercarse a nosotros a fuerza de cabo de fondeo con su ancla lanzado y halado, avanzando hasta llegar a nuestro lado.

Analizada la situación era obvio que ya no podíamos hacer nada, la solución primaria comenzaba por esperar una marea igual al menos, para hacerla fácil, cosa que a veces puede demandar vaya a saber cuanto tiempo.

Entonces se decidió que nuestros invitados, el Dr. Patochi y sus dos hijos volvieran con el gomón al club y no pasaran ninguna penuria.

Nosotros dos con el Dr. Ruiz nos quedamos a la espera de alguna posibilidad, si se armaba en el club de volver a insistir en el rescate en la marea de la noche. No teníamos problema de supervivencia, contando con víveres y bebida suficiente por algún tiempo.

El mayor contratiempo era saber si la batería, que aparentemente tomaba alguna carga de la célula solar, nos proporcionaría energía suficiente para iluminarnos de noche. Así que cuidamos su consumo, no escuchamos ni radio, dejando solamente el VHF encendido por las comunicaciones.

Al atardecer recibimos noticia que el HAIKU de Oscar Liberman con Javier Pereira se aprestaban a venir en nuestro auxilio con el barco y un gomón. Ansiosa fue la espera ya en el atardecer, más bien al anochecer, esperando ver esa ayuda.

Un tiempo después en una noche muy clara, pudimos ver las luces, mejor dichó la verde de estribor, avanzando por el canal principal hasta enfocar el Tres Brazas, hecho esto que serán unas dos millas, cuando se acercaron les enviamos algunas señales de luz con lo cual pudieron establecer nuestra posición.

Fondeados a nuestro través, como a unos 80 m. se lanza con cuidado el gomón tripula do por Javier Pereira a darnos alcance, el cual con gran trabajo logra llegar hasta nuestra proa, pues no había más de 30 cm, la primera idea era tratar de virar la proa hacia ese punto del canal donde estaba fondeado nuestro auxilio, para tratar de despegar el quillote del fondo y con algo de adrizamiento, recostarlo mientras se hacia el tiro.

Se hicieron algunas pruebas, pero no tuvimos éxito y analizada la situación resolvimos que con más gente y en otra plea volver a hacer el intento.

También decidimos abandonar momentáneamente el QUID y pernoctar en el HAIKU, yendo a fondear al lugar protegido que mencioné al principio, donde pasamos la noche magníficamente atendidos por Liberman y su tripulante con una cena a la carta con varias posibilidades, de la cual yo elegí un saldo de guiso de lentejas que estaba de primera, todo esto bien regado…, más café y licores.

A la mañana siguiente retornamos al escenario de la varadura, pero pudimos ver que la marea no se iba a prestar, para mejor soplando viento norte, no habiendo llegado ni siquiera el agua hasta el barco.

Comunicados con el club nos avisan que se está preparando para la marea del día otro grupo de ayuda con más gente, lo que nos llenó de esperanza.

Llegados al fin el grupo en la lancha “Marina” del club, con motor interno y buena potencia con 5 tripulantes, tripulada por Ramón el ayudante del contramaestre, y varias estachas (cabos) de buen diámetro para realizar el tiro.

Libramos una driza para poder efectuar la escora con buen ángulo, luego de afirmar los stays y las burdas, acá debo decir que el agua nunca más llegó hasta el barco, el cual progresivamente se había ido enterrando hasta el casco.

Para aclararles y hacer un análisis de la situación, el terreno está constituído por un barro arcilloso, sumamente pegajoso, pero relativamente blando, cubierto a su vez por espartinas, el vegetal alófilo (puede vivir con el agua salada) que le da mayor consistencia.

Una vez todo y todos preparados, comenzamos la operación de tiro.., eso fue realizado varias veces, cortes de estachas (cabos gruesos) mediante, ya que el QUID no despegaba.

En verdad hicimos un esfuerzo notable y con mucho apoyo, pero la situación se veía cada vez más complicada.., tal vez con mayor potencia y buscando girar el barco para lograr que se acostara en su casco, entonces habría posibilidad de éxito.

De todas formas realizando por mi parte mi análisis de la situación, consideré que sin librar y zanjear tanto la quilla como el timón, la misión parecía imposible, - tal vez como me chanceaban debía recurrir a uno de esos Sea King (helicóptero) de doble pala, para que lograra sacarlo de su encierro.

Fue una lástima despedir a toda esa ayuda sin poder cumplir con el propósito de todos, ver al QUID flotando nuevamente, la verdad que nos dejó un sabor amargo.

En esa situación es que decidimos regresar en conjunto todos, nosotros como tripulantes del HAIKU, retornando a puerto en compañía de mi fiel amigo el Dr. Ricardo Ruiz (Pichi para los amigos), tenía pensado ya el plan de acción para un nuevo intento a preparar.

Llegados al club nos quedamos citados temprano con Ramón para retornar en la nueva plea de la mañana que sería como a las 11 hs.

Al otro dia temprano fui al club, munido de algunas palas, necesarias para tratar de aliviar el encierro del quillote, que se había enterrado progresivamente en el barro y lo que es peor el timón, que al principio quedaba libre.

Allí recibí la sorpresa de que se había preparado una nueva expedición que contaba con el AZUL de Oscar Isa y la inestimable colaboración de nuestro contramaestre Benito, hombre de muchos recursos y una garantía para el trabajo, que estaba preparando el gomón grande para llevarlo de ayuda.

Poco a poco fue llegando la gente comprometida y nos hicimos al agua en el gomón en busca del AZUL en el puerto de Ing. White, una vez allí salimos con el mismo en demanda del QUID.

Una vez en destino y comprobado que el barco seguía firme en su posición, traté de palear un poco el barro en especial del lado del timón que veía mas comprometido, pues había quedado atravesado, por lo que cualquier esfuerzo se multiplicaría en él, sin ayudar ni siquiera su hidrodinamia.

No había mucho tiempo estábamos casi en la plea y había muy poca agua y apuro en la gente para cumplir su misión, luego de los aprestos correspondientes se inicia el tiro el cual con la potencia del AZUL, logra algún movimiento, comenzando a girar, estas pruebas se hicieron reemplazando cabos por otros de mayor grosor.

Pero los mismos eran tal vez viejos cabos resentidos, pues el esfuerzo hubo de repetirse por roturas varias al clavarse el barco luego de algún movimiento.

Pero desgraciadamente también sentimos crujir el plástico del timón por lo que decidimos abortar el intento y programar uno nuevo según mi plan, para lo que tenía que quedarme en el barco y trabajar para poder liberar del barro al quillote y el timón que eran los frenos.

Otra vez con la – frente pelada – o sea la amargura de no haber podido completar nuestra tarea, más tiempo perdido, pero no quedaba otra que no desfallecer y seguir en el intento, aunque empleando toda la inteligencia posible en el mismo, para minimizar riesgos (que son costos).

La plea fue cercana al mediodía y cumplido aunque sin éxito la tarea el AZUL vuelve al club con su tripulación, quedando yo en mi querido y sufriente velero, dedicado a la tarea de hacer los pozos que libraran timón y quilla. Menuda tarea…no..!!

Hace tiempo que no manejo una pala durante tanto tiempo, durante seis horas estuve paleando, tal vez la desesperación implícita por la situación me condicionó para poder cumplir esa tarea, de la cual me admiro yo mismo-

Y la verdad que tenía el trabajo un agregado que parecía un padecimiento más a sufrir, esa era la viscosidad del barro a palear, el cual estaba constituído por arcilla, creo que alguna vez había oído que algunos artesanos la buscan en las orillas de nuestros canales.

El tema es que el barro parece blando pero está afirmado por la espartinas, esa especie de pasto de regular altura que desde lejos parece una superficie sembrada, pero lo peor es su viscosidad, el tener que palear y no poder desprender el contenido de la pala, me obligó a buscar una técnica adecuada para poder realizar mi tarea…, todo un aprendizaje.

Al final conseguí haciendo un pozo de 1,50 m. x 1 m. x 1 m. librar el timón el cual había quedado atravesado, resultando entonces libre, pudiendo ponerlo en crujía, atando su posición.

La verdad que la idea había sido tratar de sacarlo, pero la realización del pozo para librarlo y pensar en ahondar en casi el doble el mismo para retirarlo, me llevó a abortar la idea.

Luego de un pequeño respiro, me correspondió abocarme a despejar la quilla, para ello hubo que realizar otro pozo de un lado de ella, ya que se había recostado un poco el barco hacia babor, resultado de los primeros tirones.

Esto fue un pozo algo similar al del timón, tal vez no tan profundo, pues creo que faltaba unos 20 cm. para el fondo, aparte inicié una zanja en línea con su recorrido, todo con la mira de lograr un pronto despegue para que se recueste sobre el casco y pudiera deslizarse hacia el canal al iniciar el tiro.

Llegaba ya el atardecer cuando me aboqué a buscar agua de mar en dos baldes para proceder a tratar de poner en orden mis ropas y mi cuerpo, y con suerte de no tener espejo, o nadie solo la naturaleza que observara mi apariencia de luchador del barro.

Esa noche transcurrió con tranquilidad, aunque pudiendo irme a dormir temprano me había impuesto esperar la plea nocturna a eso de las 23 para ver como actuaba la marea, si llegaba hasta el barco y pudiera, ayudado con la driza, tratar de adrizarlo para dejarlo mejor posicionado para el nuevo esfuerzo.

Me costó varias cabeceadas poder llegar a esa hora, pero al final fue otro esfuerzo inútil, el agua ni se dignó a llegar hasta nuestra nave, así que sin necesidad de ensuciarme me aboque a dormir y buscar el merecido descanso.

A la mañana siguiente, muy luminosa pero ventosa, tomé el desayuno y me dediqué a esperar a los rescatistas con el AZUL a la cabeza. La espera se me hizo larga, no escuchaba casi radio, reservando la poca energía que tenía al equipo de comunicaciones, así que allí me sorprendió la llegada del contramaestre que se presentó cuando era el mediodía.

La mayor tarea realizada fue cambiar todo el tiro por una nueva estacha (cabo de una pulgada de diámetro) de por lo menos 100 y pico de metros, que se afirmó al mástil y la cornamusa de proa. Tenía idea de hacer el tiro por el quillote, pero se presentó imposible con el barco recostado, y más que imposible por el tiempo que demandaría tratar de hacerlo.

Puesto todo a punto y cada uno en su puesto, Ramón y yo tirando de la driza, buscando inclinar el barco, el contramaestre Benito colgado de la popa para ayudar al recostado del barco.

Dada lo orden de tiro, el AZUL comenzó el tiro muy suavemente a mi criterio, cosa excelente y el barco que reacciona acordemente despegando de su encierro y recostándose – Bravo ¡! -, poniéndose en movimiento al principio sobre el barro solamente en los primeros treinta metros de ese tiro y con la energía puesta sobre la tarea, tal vez agregando el ruego de todos por el éxito, la cinchada siguió hasta llegar a donde el agua sobre el barro haciendo de lubricante permitió que la tarea se aliviara, tomando el barco velocidad hasta entrar en el agua con gran impulso.

Uuff… que alivio, faltaba revisar un poco a ver si no había efectos residuales, por lo que no terminé de suspirar hasta no subir nuevamente al velero y vigilar que todo estuviera en orden, cosa que así sucedió...

El resto fue preparar, adecuar, el largo del cabo de remolque, que no fue otro que el mismo cabo de tiro debidamente recogido hasta quedar en unos 20 m., quedándome de guardia en mi querido QUID, compartiendo un frugal almuerzo con lo que teníamos y yo brindando alguna cerveza a mis rescatistas para ir agradeciendo su actuación.

Así hicimos un placentero recorrido de vuelta, sin novedades de consideración, retornando mi velero a la llegada, prontamente a su lugar habitual.

Volviendo a un comentario del principio, … que hubiera pasado si al salir del muelle, revisando el funcionamiento del motor, nos encontrábamos con la falla de la batería..,tal vez nos hubiera arruinado la aventura, tal vez… no les parece.

Hasta aquí todo este relato lineal, pero dejo para el final poder expresar mis sentimientos de agradecimiento a esta legión de amigos, una verdadera Hermandad de la Náutica.

Agradezco a mi club náutico, pues reconozco su preocupación, a su personal comenzando por su contramaestre Benito, a su ayudante Ramón, el primero que se movilizó en nuestro auxilio, a todos los que se unieron a él en otra de las fallidas intentonas.

A nuestro amigo del HAIKU, el inefable Oscar Liberman y su tripulante de lujo Javier Pereira, que con toda su voluntad de ayuda trataron de darnos una mano.

Y mención especial a Oscar Isa del AZUL, que desplegó sus medios, su nave y su tiempo en nuestra ayuda y lo logró con éxito… Tal vez en algún lugar recóndito quedó el recuerdo que sus primeras navegaciones a velas las hizo en el Olafo, velero que pasó a sus manos, directamente de las mías.

A mi amigo de casi toda una vida, el Dr. Ricardo Ruiz, que como siempre soportó con fortaleza todas las contingencias y puso su preocupación y medios para que el QUID saliera a flote.

Gracias..., muchas gracias…!!!

Hugo W. Barzola

Piloto de Yate- Prom. 14 de 1974-PNA

Buzo Profesional – PNA

C.N.B.B.


4 comentarios:

Horacio dijo...

Así da gusto vararse!
Muy lindo relato!
Un saludo

la recalada dijo...

Tal cual! Don Hugo es un Maestro: del relato, de la náutica ... y de la varadura!

hugow dijo...

Gracias Capitana, gracias Horacio, es verdad que con ésta llegué al Master..,
Por aquí alguien que se pasó en el elogio, dijo que parecía un relato de Juan de la Cosa o Pigafetta.
Y no falto quien dijo que era mas bien Juan de la Costa...!!
A lo que yo les pedí un poco de respeto.., que por lo menos no me cambien el nombre, que quede al menos como Hugo de la Costa...!!
jajajaja,-

la recalada dijo...

jajaj Don Hugo de la Costa, le agregamos otro Master en humor y buena onda!