DONDE ESTA?

LA EPOPEYA DEL OLD EGGS - por Alita Wexler

NAVEGAR ES PRECISO Y EL DIABLO LABURA LAS 24 HORAS


-Estos huevos están viejos!, clamó Yogurtu Ngué mientras freía dos para echar encima de las milanesas que en cantidad interminable había preparado Latro-La para toda la tripulación.

-Cómo que están viejos?, preguntó toda la tripula al unísono.

-Y, no ven que están chatos y blandengues. Cuando están así, es que son viejos. Los huevos nuevos son más parados y duros.

-Vaya, qué coincidencia ... dijo Trián-Gulo.

Inmediatamente, la tripulación, también por unanimidad, adoptó el nuevo nombre para el barco: Old Eggs.

El hecho de estar viejos, chatos y blandengues, no impidió que Yogurtu los consumiera con tal deleite que Gavilan-Oh se sintió tentado y Latro-La le preparó un viejo ... digo un huevo a él también y luego otro para ella misma. Todos los huevos de abordo estaban viejos ... vaya! qué coincidencia!

El Old Eggs había comenzado su singladura el martes por la noche, embarcando a sus seis tripulantes que casi no se conocían entre sí. Decididos a navegar, navegaron en una noche maravillosa, de esas que hacen que uno se sienta en comunión con el universo. Una navegación placentera, con el genoa y el foque desplegados en la proa y la vela de termotanque en popa. Sí, porque el Old Eggs es el único barco aparejado con mayor y termotanque.

Gill-Da, que entiende mucho de barcos, enseguida identificó el termotanque en el camarote de popa ... Y bueno, quién no habría de confundir el mesana pasante con un termotanque?

Navegando por navegar, sólo porque es preciso, doblamos la punta Piedras y trazamos una recta que cortó la Bahía de Samborombón hasta llegar a unas 10 millas al norte de Punta Rasa. Allí viramos 180º. y, desandando nuestra estela, decidimos hacer puerto en Colonia. El aviso de temporal para los próximos días nos aconsejó prudencia y nos desalentó de nuestra primera intención a Punta del Este o Buceo.

Algunos malintencionados dicen que garreó Colonia y se fue a180 millas de Tigre.

Otros, con peor intención aún, dicen que teníamos el compás mareado.

Pero nosotros navegamos. Muchas millas serenas en el elegante Old Eggs, un ketch de 49 pies diseñado por Domato, que su capitán y anfitrión puso generosa, y temerariamente por cierto, a nuestra disposición.

La estadía de varios días en Colonia fue un rosario de placeres.

La cocina de Trián-gulo era francamente orgiástica. Merecía, y le hicimos los correspondientes honores, ser regada abundantemente por esa interminable cantidad de vinos tintos que brotaban del barco como el musguito en la piedrá.

No sé si habrá sido la comida, o el vino, o el balanceo del barco en las aguas tormentosas del desprotegido puerto de Colonia, pero empezamos todos a sufrir los síntomas del boludismo, enfermedad que solían transmitir las ratas pero que ahora ha hecho nido en cantidades masivas de humanos, no siendo los navegantes una excepción.

Consecuente con su estilo certero y filoso, identificando elementos y materiales abordo, Gill-Da expresó su asombro por lo poco que se parecía a la teca el piso de teca de la cabina. Claro que el piso de la cabina no era de teca, como ya habrán comprendido ustedes ...

Chama-naaaaa nos instruyó en el arte de las horas. Cada sección del día es ideal para una función humana determinada. Confieso que la única sección que recuerdo es la de las 19 a 21 hs, que según Chama sería la hora ideal para el sexo. No sé por qué ese lapso nos encontraba siempre a todos comiendo alguna tardía merienda y a algunos disfrutando del vibrador de asiento de la dinet ...

Efectivamente, nuestra inefable Gill-Da había descubierto esa función que Yogurtu Ngué sabiamente había instalado para beneficio de sus tripulantes e invitados, y que se ponía en marcha automáticamente con el generador. Claro que Chama-naaaaaaa también aprovechaba de las mieles vibraticias, especialmente en ese especial horario, mientras Latro-la no entendía por qué siempre terminaba (en el sentido literal de la palabra muchachis) en el asiento de enfrente, privada de las ventajas del vibrador pero sometida a los infaltables chistes de Gavilan-Oh. En fin. No todas tienen la misma suerte.

Hablando de vibraciones, Gill-Da no dudó en afirmar categóricamente que lo único que la hacía volar era la Isla Negra de Neruda. “Esto habla muy mal de tus hombres” sentenció Gavilan-Oh, con cara de si te agarro vas a ver lo que es volar.

Mientras este sustancioso diálogo tenía lugar en el casco viejo de Colonia, la anunciada lluvia nos tomó caminando en procura de tortas fritas que eran el repentino antojo de Latro-La.

Pasó alguien corriendo, como huyendo de la lluvia, lo que provocó el comentario técnico de Trián-Gulo: “Para qué corre si más adelante también llueve?”. Horas después, Latro-La logró convencer con argumentos contundentes a Trián-Gulo, que aquel experimento que clamaba haber visto en Discovery Channel o algo así, por el cual habían comprobado que dos personas que pasan por el mismo lugar sometidas a rociadores parejos, una caminando y la otra corriendo, reciben la misma cantidad de agua, según surgiría del peso idéntico de los trajes que llevaban puestos durante el evento, que ese experimento era un fraude y que si una persona camina recibe el agua durante más tiempo que si hace el mismo trayecto corriendo. La parábola del cuenco funcionó mejor que todas las triangulaciones a que Trián nos tenía acostumbrados y con las que nos dejaba mudos.

Y hablando de cuencos, Chama-naaaaa nos ofreció a todos una sesión de cuencos tibetanos para cuando regresáramos. También nos contó sus orígenes entre abejas y garrafas, ya que su padre se dedicaba a criar abejas y vender garrafas. Ello hizo que la poetisa del grupo, Latro-La, dejara volar su imaginación para crear la “Balada de Chama-naaaaa, de la garrafa al cuenco”, que tuvo gran aceptación entre la tripulación. Salvo Chama por supuesto.

Volviendo a la caminata bajo la lluvia, en la que, por seguir el consejo de Trián durante horas hasta que lo convencimos de lo contrario, la desarrollamos lentamente y absorbiendo todo el agua que caía sin desperdiciar ni una gotita .... volviendo a la caminata digo, finalmente encontramos un lugar que hacía tortas fritas. Después de media hora de espera, bajo techo eso sí, nos hicimos con media docena de enormes tortas fritas chatas como cagada de yack (nuestra Gill-Da es un manantial).

Estaban deliciosas. Valieron la espera y la empapada.

Ya instalados nuevamente en la cabina del Old Eggs, entre mates y tortas fritas, y mientras Yogurtu intentaba denodadamente enderezar el inodoro del baño del camarote principal que graciosamente había cedido a las tres doncellas marinas Chama-naaaaa, Gill-Da y Latro-La lo que le hizo sospechar que en algún momento se habrían sentado las tres juntas en el inmaculado trono porque había quedado irremediablemente escorado a estribor, entre mates y tortas fritas decía, Gavilan-Oh nos deleitaba con sus chistes y anécdotas que provocaban las risas histéricas de las mentadas doncellas que, a mi parecer, más deseaban complacerlo que encontraban graciosas sus historias.

Pero hay una de esas anécdotas que merece ser difundida. Cuenta Gavilan-Oh que estaba arribando en un velero a Palmira con un uruguayo abordo que conocía de navegación menos que la tripulación del Old Eggs (sin querer ofender a nadie, por favor no tomar a pecho). Iban arrastrando un gomón e iban a fondear al ancla. Prepara entonces la maniobra de fondeo en proa e instruye al uruguayo para que suelte el ancla cuando él se lo ordene. Llegado al punto indicado, vira para ponerse al viento y da la orden al charrúa: “Soltá proa!”, a lo cual el improvisado proero responde: “Ta”, y larga el fondeo. Y el ancla hizo cabeza enseguida. Hizo cabeza en el gomón! que se había deslizado hacia la proa!

En fin. “El diablo labura las 24 horas”, gusta de sentenciar Gavilan-Oh, mientras come sus consabidas “galletitas de zoológico” que supo conseguir para la provista, y escucha las “Siete Estaciones” ... “de Vivaldi?” pregunta incrédulo Trián-gulo. “No, del tren”, contesta Latro-La con su lengua viperina.

Comimos, bebimos, bailamos abordo y en las calles, nos reímos hasta doblarnos en dos, dormimos, nos mojamos, paseamos, compramos tortas fritas, sufrimos de severo boludismo, pero sobre todo, navegamos. Y como ustedes saben amigos nautas, navegar ... es preciso. Lo demás ... fue lujo.


Alita

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto fue muy interesante. Me encantó la lectura