DONDE ESTA?

RIO DE LA PLATA


Por Fernando Campos Aicua

 

Río de la Plata… en tus aguas amigas hay un pedazo, quizá el mejor, de mi vida.

Tus amplios horizontes lo fueron de un mundo maravilloso, donde se iniciaron en la realidad mis anhelos de los años niños. Bajo tu sol de verano se pigmentó mi epidermis. El mazazo de tu marejada, la pesadez enervante de tus calmas, el rebencazo de tus granizos, son escuela de carácter y temple de energías. Y amé a la Naturaleza, y aprendí a interpretar su armonía en los atardeceres serenos, cuando el sol se hunde tras la angustiosa silueta de San Fernando enrojeciendo el Poniente, tiñendo de cobre fundido los bordes de las nubes y acariciando el Oriente con violeta y azul oscuro. Cuando las aguas quietas tendieron ante mí su policromía de tarjeta postal y la atmósfera trajo rumores inverosímiles: una risa femenina o el runrunear de una draga apenas visible en la distancia, comprendí tu belleza sobria. Escuché el chapotear de las aguas al cortarse en la proa y su encanto me inspiró el tesoro del silencio.

Las primeras veces que crucé tu cauce, ¡tan amplio!, al ver dibujarse en el horizonte las barrancas uruguayas se hinchó mi pecho con la sensación grandiosa de los descubridores. En las noches de crucero, rizando mayor, oí zumbar tus vientos en la jarcia y me hundí a horcajadas sobre un botalón en tu marejada, al arriar el volante.

Me derrotaste a veces y no me avergüenzo, que en tus aguas no es humillación ser marino de agua dulce. Quizás alguna vez apreté los dientes y te escupí una blasfemia, devolviendo la cachetada de tus rachas cargadas con jirones arrancados a las crestas. Pero me reconcilié contigo tan pronto como tus luces protectoras me guiaron a puerto, y allí, fondeado, arriado el paño, me tiré, roto y ufano, sobre las pilchas, cara al cielo, mientras silbaba el viento y rompía el mar allá afuera.

Sé que hay quien te desprecia, quien reniega de tus aguas porque son turbias y no tienen la femenil belleza de los ríos azules ni la poesía de sus márgenes serpenteantes. No importa. Alguien te comprende, y te admira, y te quiere. Porque eres hijo de esta tierra y simbolizas su raza. Tu belleza es la melancólica, llana e interminable de las pampas. Tienes la mansedumbre de la china perezosa, cuando en las tardes de verano apenas te riza una brisita norte, y un cielo sin nubes, azul profundo, palidece en el horizonte al acariciarte.

Mas también te castiga duro el pampero... ¡Hunde! sus crueles espuelas en tus robustos ijares de cimarrón criollo.

Y entonces te encabritas furioso, agitas tus crines, ¡lanzas! el golpetazo salvaje de tu marejada.

Las rachas desflecan tus olas opacas, un malón que corre, las lanzas en alto, las crenchas al viento, las fauces rugientes, al asalto del barco o la costa, y rompe en las bordas o rocas haciéndose espuma. Entonces no hay quien de ti se ría. Marinos curtidos en descubrimientos sintieron tus furias, y al llamarte Dulce te llamaron Mar.

Tu noble pecho está salpicado de las medallas verdes con que los hombres premiaron los barcos que hundiste. Guarda los tesoros épicos de las hazañas, que en él grabaron las quillas de Brown, de Buchardo, de Espora... Y otros anónimos héroes que cayeron y cobijaste en tu seno.

Por eso te quiero… Porque eres noble, y fuerte, y hermoso. Porque tus aguas tienen el bronce de las almas fuertes y las voces claras. Dorado cuando el sol las contempla en calma.  Oscuro verdoso, listado de espuma, cuando las legiones ocultan el firmamento y las rachas hercúleas, del sudeste o del pampero disparan trabucazos de agua y granizo contra los rostros ceñudos de los marineros. Porque sos como el duro tala, y el cóndor andino. Porque tenés algo de criollo, de la tristeza pampera, del redomón arisco... De quichua, de gaucho, de inca, de andino… ¡Algo del gusto chúcaro del mate amargo!

Por eso te quiero. . . Por noble, por grande. ¡Río macho! ¡Río de la Plata!

 

Cuento perteneciente al libro “Cuentos del Río de la Plata” de Fernando Campos Aicua  ( 1904-1998 ) publicado por Ediciones del Pulpo Negro. El libro fue reeditado con contratapa escrita por Andrés Cosarinsky Campos (22 años, nieto del autor), quien seleccionó también las fotos

María Inés Campos, hija del autor, nos autorizó su difusión por gestión de Pepe Fiorito que se emocionó al leer este cuento y quiso compartirlo con todos los nautas.

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un cuento lleno de poesía con sensaciones compartidas

Anónimo dijo...

Yo también me emocioné... logra transmitir lo que muchos sentimos por nuestro río "color de león". Gracias, Pepe. De Ana.